culturarte animal

martes, 9 de noviembre de 2010

Una oleada de ataques a cadenas de comida, tiendas y cajeros automáticos han puesto en la mirada pública una nueva forma de protesta social. ¿Qué quieren los jóvenes detrás de los atentados? 
Tres siluetas corren en la noche hacia un cajero automático seguidos por una cámara que da saltos. Una de ellas, la silueta femenina, se detiene antes de entrar al cuarto ilumi-nado y hace una pinta en la pared del banco. Lo que haya escrito o pintado no se alcanza a distinguir. Las otras dos siluetas entran al cajero por la puerta abierta. La luz les cae encima y los ilumina. Son dos jóvenes con cachucha, el rostro cubierto, una mochila en la espalda y un martillo en la mano. Dan uno, dos, tres, cuatro martillazos contra los ventanales, que caen a pedazos y hacen un ruido brillante, como una vajilla que se cae de la alacena. Luego salen del cuarto veloces. Al partir, uno de ellos le da el último golpe a otro ventanal. Todo dura 19 segundos y queda grabado en el video.
La célula ecoanarquista se responzabilizó en un comunicado del sabotaje ocurrido el 10 de marzo de 2009 contra este banco de la ciudad de México. Según el mensaje que circuló en blogs ecoanarquistas, pero que pasó inadvertido en la prensa, esa noche también hicieron estallar ?un inofensivo petardo en una zona acomodada en la ciudad de México?, y rompieron ocho ventanales de un Kentucky Fried Chicken.
Aquél fue uno más de los 200 sabotajes perpetrados en México durante el año por jóvenes ecoanarquistas que hicieron suya la cruzada internacional del Frente de Liberación Animal (FLA), una organización nacida en los setenta en Inglaterra que recurre a la ?acción directa?, sabotajes para protestar en contra de la explotación o tortura de animales. Esta juventud también reivindica la lucha de la hermana menor del fla, el Frente de Liberación de la Tierra (FLT), nacida igual en Inglaterra, en los noventa, y que en su defensa radical de la naturaleza ataca a la industria maderera, la ingeniería genética, obras de construcción que devasten terrenos con vegetación y vida animal y vehículos deportivos de lujo.
Con un estilo de escritura contestatario, que sustituye las arrobas por una ?x?, el comunicado del sabotaje al cajero expresó: ?En México el capitalismo, principal causante de la destrucción de la flora y fauna en este planeta, opresor y asesino de la vida salvaje, explotador de personas, animales y naturaleza para beneficio de lxs poderosxs y las corporaciones, tiene la guerra declarada?. Al día siguiente subieron a YouTube el video del ataque. ?19 segundos de guerra social?, lo titularon. Para octubre ya tenía más de cinco mil visitas.
Septiembre pasado fue el mes en que se realizaron más sabotajes: nueve explosiones en cajeros bancarios; una agencia automotriz; la empresa farmacéutica Novartis, acusada de experimentar con animales y la tienda de ropa Max Mara en el corredor de boutiques de la calle de Masaryk, en Polanco. El atentado a Max Mara era parte de la campaña que el fla internacional organizó contra la firma. Hubo otros sabotajes en España e Italia. En la prensa mexicana corrieron la mar de versiones: que si eran guerrilleros, o delincuentes ligados a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (farc) o al narcotráfico. Los gobiernos local y federal los llamaron vándalos.
Estos atentados marcan la irrupción del fenómeno ecoanarquista insurreccional del fla, que de Inglaterra se extendió a Estados Unidos y Europa, y ahora se expande veloz en Latinoamérica. Desde 2005, Chile es su epicentro latinoamericano: es la sede de ?Liberación Total?, el principal portal cibernético que difunde las acciones de células latinoamericanas, y ahí murió la primera víctima ecoanarquista por el manejo de explosivos, el joven Mauricio Morales, en marzo pasado.
Pero México lleva la delantera mundial en la expansión del fla. La página web de la revista estadounidense Bite Back (Muerde de vuelta), quizás el espacio del fla más popular en el mundo, cuenta con una bitácora de los sabotajes internacionales. Las células suben de forma independiente la información de sus acciones. En la bitácora se constata que en los últimos dos años el fenómeno creció exponencialmente de cinco a más de 200 acciones en México. Los sabotajes aumentan en número y adquieren formas distintas. Van desde la selladura de candados de carnicerías, la explosión de bombas caseras en peleterías, el sabotaje a maquinaria de construcción, o el ?rescate? de una tortuga de una tienda de mascotas.
Pudimos reunirnos con dos células del fla en persona, una de sabotaje y otra de propaganda, y entrevistamos a otras dos más, de sabotaje y propaganda, vía internet. La condición de todas fue mantener el anonimato. Así conocimos que, a diferencia de las guerrillas, su accionar es más complejo y escurridizo: se trata de células autónomas e independientes entre sí ?a veces de un solo miembro?, que no actúan coordinadamente, se disuelven después de la acción, no buscan el poder sino resquebrajar al sistema, no tienen jerarquías ni líderes, no usan armas de fuego, sino material de tlapalería: pegamento, martillos, pintura, cilindros de gas butano, en ocasiones gasolina o piedras.
La respuesta a este fenómeno de los sistemas de inteligencia y la policía es una advertencia de lo que puede venir. El 30 de septiembre la Procuraduría General de la República (pgr) detuvo, sin orden de aprehensión, al universitario Ramsés Villareal Gómez. Lo acusaron de todos los bombazos de septiembre. Lo incomunicaron, torturaron psicológicamente, catearon su casa. Su foto circuló manipulada en los medios de comunicación, acusándolo de terrorista. Varias células informaron en blogs que lo desconocían, y que harían sabotajes para exigir su liberación. Dos días después lo soltaron. La pgr debió reconocer que se equivocó. 

                                                                                                                                    CMI   
                                                                                                            (Centro de Medios Independientes )

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